Más que un fascinador, Kate Middleton poco a poco ha ido dando paso al equivalente moderno del sombrero real con su colección de diademas acolchadas. Desde su peluquín adornado con perlas en el bautizo del príncipe Louis hasta uno de terciopelo simple que usó el día de Navidad en 2018, la duquesa de Cambridge ha reclamado la diadema como su inesperado héroe para el cabello. Y para conmemorar el Día de Anzac (un día nacional de conmemoración en Australia y Nueva Zelanda) esta mañana, jugó un juego de superioridad y llevó la tendencia al extremo.

Llegando a la Abadía de Westminster junto a su esposo Principe William, Kate recicló uno de sus muchos vestidos abrigo de Alexander McQueen con una amapola roja prendida en la solapa y combinó el pieza híbrida con aretes de perlas Collingwood de la princesa Diana, zapatos de tacón de gamuza negra con punta en punta y un conjunto a juego embrague. Ella vistió el atuendo aún más con una diadema blanca hinchada de la sombrerera Jane Taylor que agregó pulgadas importantes a su altura.

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Kate complementó el tocado, que presentaba un lazo negro aterciopelado en la parte posterior, con su característica explosión hinchable que caía en cascada detrás de sus hombros.

La Duquesa y el Duque de Cambridge asistieron a la ceremonia de Anzac en nombre de la Reina Isabel, y antes del servicio religioso, William colocó un ofrenda floral en el Cenotafio y la pareja observó cómo los Royal Marines marchaban y tocaban los himnos nacionales del Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda.